A pesar de tener uno de los mercados discográficos más grandes del mundo y de contar con varios pianistas de nivel, Brasil no tiene una industria discográfica clásica.
Pianistas de nivel internacional, como Magdalena Tagliaferro, Guiomar Novaes o António Guedes Barbosa (en el pasado) y los actuales Anna Stella Schic y Ricardo Castro, tuvieron que desarrollar casi toda su carrera en el exterior.
Por eso todo el mundo en Brasil festejó el lanzamiento de una serie de 14 volúmenes titulada Grandes pianistas brasileiros, que realizó la editora Master Class, de San Pablo, a fines del año pasado.
Los editores estaban tan orgullosos de la colección que le dieron difusión mundial, enviándoles ejemplares a varios de los principales críticos en todas partes.
Eso fue también su perdición. El francés Alain Lompech, del diario Le Monde descubrió que varios de los registros son fraudulentos, es decir, que se adjudican las interpretaciones a artistas que no las realizaron.
"Yo estaba emocionado; podía oír a todos esos grandes pianistas que son casi inhallables: puse a Rudge y su interpretación era magnífica; de golpe, veo a una tal Epstein que no conocía y me alegré porque me gusta conocer artistas nuevos, pero enseguida me doy cuenta que la intérprete es en realidad Clara Haskil", dijo Lompech.
Después de oír varias veces los CD, Lompech no tiene ninguna duda: las grabaciones atribuidas a Estelinha Epstein (1914-80) son reproducciones de la rumana Clara Haskil (la mayoría de las cuales pertenecen al catálogo de la Philips y están disponibles en el CD Legendary Classics).
En el CD dedicado a Jacques Klein se dice que los 12 Preludios de Chopin fueron ejecutados en 1972 en el Teatro Municipal de San Pablo, pero la grabación realmente se realizó en la Sala Kanagawa Kenmin de Tokio en 1979, y el pianista fue Sviatoslav Richter. Hay muchas falsedades más, pero los botones de muestra ya sobran para armar un escándalo.
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