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Biografía de Nicolo Paganini

 
 

Nicolo Paganini fue el hijo de Antonio, un parroquiano que tocaba agradablemente el mandolín y el violín, cuya esposa era amante de la música. Antonio comenzó a enseñarle a Nicolo a tocar el mandolín a los cinco años, y el violín dos años después.

Le hacía practicar a su hijo desde la mañana hasta la noche, y cuando la concentración del joven Nicolo vacilaba, su padre lo privaba de su ración de comida.

El niño era sostenido por su gentil y profundamente religiosa madre.

A los diez años se presentó en público por primera vez y cuando tenía 13 fue llevado a Parma a estudiar junto al famoso Alessandro Rolla, quien, sin embargo, rechazó a Nicolo diciéndole que ya sabía todo lo que él podía enseñarle. A pesar de ello continuó estudiando composición y aprendió varios trucos sobre oficio de violinista de viejos instrumentistas; el modo de tocar de Paganini parecía haber sido original, prácticamente desde el comienzo.

Paganini

En Viena, los miembros de sus audiencias tomaban asiento dos horas antes de que comenzara la presentación por temor a perder sus lugares. En Leipzig, el afamado profesor de piano Friedrich Wieck, padre de Clara Schumann, anotó en su diario: “Nunca ha nacido un artista que sea tan magnífico e incomparable como él en tantos géneros.”

En Berlín, Mendelssohn escribió a su amigo, el pianista Ignaz Moscheles: “Su ejecución está más allá de todo concepto ya que jamás se equivoca. Pides demasiado si esperas que te de una descripción de sus interpretaciones. Me tomaría una carta entera hacerlo, pues él es tan original, tan único, que requeriría un análisis exhaustivo el transmitir una impresión de su estilo.”

 

El joven Chopin oyó a Paganini en Warsaw en 1829 y se sintió obligado a conmemorar el evento mediante la escritura de una pequeña pieza, Souvenir de Paganini. El joven de 19 años, Robert Schumann, entonces un infeliz estudiante de derecho en Heidelberg, viajó hasta Frankfurt para escucharlo y decidió, particularmente por el resultado de dicha experiencia, dedicarse de lleno a la música.

Luego transcribió para el piano 12 de las Caprichos de Paganini y nombró una sección del Carnaval, una de sus obras maestras para piano solo, en honor a Nicolo. Rossini, Donizetti, Liszt, Delacroix, George Sand y muchos otros famosos profesionales del arte asistieron a su debut musical en París hacia 1831, y fueron deslumbrados por su música y su estilo interpretativo.

Las leyendas sobre el autor se esparcieron velozmente. Una de ellas contaba que había aprendido a tocar el violín durante sus largos años en prisión (por haber asesinado a otro amante de su amante), y otra hacía referencia a un misterioso pacto con el diablo, la cual, según algunos, era la causa de su aparentemente, perfecta ejecución. Por unos años, Paganini animó y manipuló hábilmente esos absurdos cuentos, pero con el tiempo se hartó de todos ellos, y los negó; sin embargo continuaron arraigados en la conciencia de su público.

Durante los años de su gran éxito fue criticado por avaro, pero los hechos desmienten esta calumnia: sus frecuentes presentaciones por caridad, su insistencia por tomar completa responsabilidad humana y financiera sobre los hijos que tuvo con una de sus amantes, y su regalo de 20.000 francos al poco apreciado Berlioz para la composición de Harold en Italia, son sólo algunos de los ejemplos de extrema generosidad por su parte. A partir de los 50 años de edad, la salud de Paganini había comenzado a declinar seriamente ya que sufría de una dolencia respiratoria. También su fortuna comenzó a desaparecer.

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