|
Entradas recientes de nuestro Blog: |
Entradas recientes de nuestro Foro: |
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() |
La sonata para piano Claro de Luna de Beethoven |
|||
La segunda sonata del Opus 27 de Beethoven, decimocuarta de la colección para piano, es la famosa Claro de luna, cuya popularidad iguala o sobrepasa a la Appassionata, la Aurora, la Pastoral o la Patética. Sin duda, esos títulos más o menos caprichosos y no fijados por el autor, a excepción del último, han contribuido poderosamente, sugestionando la imaginación de las personas, a la difusión extraordinaria de estas sonatas, durante más de un siglo. Indiscutiblemente, las cuatro son magníficas, sobre todo, las tres mencionadas primero, que superan a la última. Sin embargo, otras las igualan y aun las sobrepasan en grandeza y genialidad, a pesar de lo cual no han logrado la misma fama. Tan poéticos nombres y cierta aureola romántica que envuelve a Claro de luna y a la Appassionata han completado la popularidad de estos dos espléndidos poemas del piano. |
||||
La composición publicada en marzo de 1802, el mismo día que las dos sonatas anteriores, apareció con este epígrafe: "Sonata quasi una Fantasia peri l Clavicémbalo o Piano-Forte, composta e dedicata alla Damigella Contesa Giulieta Guicciardi da Luigi van Beethoven. Opera 27, Número 2. In Viena presso Giov. Cappi". La “damigella” a quien se refería la anterior dedicatoria era hija del conde Guicciardi, personaje triestino, que en la primavera de 1800 había sido trasladado a Viena, como consejero de la Cancillería de Bohemia. La familia estaba emparentada con los Brunswick, muy amigos de Beethoven, y el artista pronto contó a Julieta entre sus aristocráticas discípulas, no aceptando de ella ninguna remuneración por las lecciones en las que se mostraba muy exigente profesor. Por entonces se aproximaba el músico a los treinta años. La discípula, inteligente y apasionada, sintió la influencia que el genio ejercía sobre su alma.
Al cabo de algún tiempo, las relaciones entre profesor y alumna se convirtieron en un afecto más cálido, y después de una carta muy melancólica escrita a Wegeler, aquella en que le confiaba el suplicio de su achaque, el maestro, le dirigió otra en que le decía: “Ahora vivo más feliz. No podrás nunca figurarte la vida tan sola y triste que he pasado en estos últimos tiempos… Tal cambio es obra de una cariñosa, de una mágica niña que me ama y a quien yo amo". Y continúa: "Al cabo de dos años he vuelto a gozar otra vez algunos instantes de felicidad y por primera vez creo que el matrimonio podría hacerme dichoso; pero, desgraciadamente, no es ella de mi posición y no puedo pensar en casarme”. Efectivamente, en la familia de Julieta hubo oposición a sus amores, y aquella niña de diecisiete años débil de voluntad o inconstante se casó muy poco después con el conde Gllenberg, músico “amateur” que escribía “ballets” muy mediocres. La ruptura entre Julieta y Beethoven se produjo inmediatamente después de publicada la sonata, y el gran artista, solitario perpetuo que no naciera para la dicha ni el amor, lloró amargamente su desengaño.
He aquí por qué esta maravillosa inspiración ha sido considerado como un poema de amor desgraciado. En la carta a Wegeler se descubre, en medio del optimismo que parecía sonreír por entonces al maestro, la profunda melancolía de lo irrealizable, de lo imposible. Si es el amor de Beethoven a Julieta, su “amada inmortal”, la esencia de la emoción y sentimiento infinitos encerrados en esta sonata, aquel amor debía de ser un tormento cruel para el artista. Por ello es muy probable que la composición dedicada a la joven condesa fuera escrita a fines de 1801, cuando el autor estaba ya convencido de que su sueño, cuyo fin se aproximaba, no era sino una quimera. Esta explicación tan verosímil es la que se adapta mejor a la interpretación psicológica dada por Marx: “El adagio -escribía dicho comentarista- es un canto doloroso de renunciamiento. En el allegretto parece escucharse: “Oh, piensa en mí! ¡Adiós para siempre!”. En el final se dibuja la imagen de la vida sin ventura, de Beethoven, que agota su último esfuerzo en la tempestad del deseo, dando al viento sus vanos gemidos. Pero el soñador no sucumbe, su dicha, su esperanza, se han desvanecido, y, no obstante, continúa viviendo en medio del infortunio y de las tormentas de su alma. Aquí se puede encontrar la partitura de la sonata Claro de Luna.
Análisis del primer movimiento
de Claro de Luna
|
||||
(c) 2000-2012 Pianored.com - Todos los derechos
reservados |